Ada Lovelace (1815 - 1852)


Ada Lovelace nació en la Inglaterra victoriana, el 10 de diciembre de 1815, en el seno de la nobleza. Su nombre de soltera era Ada Augusta Byron King, y se convirtió en condesa de Lovelace por su matrimonio. Su padre, con quien prácticamente no mantuvo relación, era el poeta Lord Byron, mientras que su madre, Annabella Milbanke, que disfrutaba de una elevada formación, era conocida como activista en favor de los desposeídos y luchadora por la abolición de la esclavitud. De hecho, su formación estaba a la altura de los estándares universitarios de la época.

Annabella se casó con Lord Byron después que él la pidiera en matrimonio reiteradamente. Los intereses del pretendiente estaban alejados de los de ella. Cuando es rechazado por primera vez, Lord Byron escribe a una amiga en estos términos:

"Le agradezco una vez más sus esfuerzos con mi Princesa de los Paralelogramos, que la ha desconcertado a usted más que Hipotenusa; en su forma de ser no se ha olvidado de las 'Matemáticas', en donde yo solía apreciar su ingenio. Su forma de proceder es bastante rectangular, o más bien somos dos líneas paralelas que se prolongan una al lado de la otra hasta el infinito, pero destinadas a no encontrarse nunca ."1

Poco después del matrimonio Anabella descubrió que su marido la engañaba, y comprendió que el objetivo principal de Lord Byron en su matrimonio era superar sus enormes deudas. Cortó con él que, falto de recursos y perseguido por sus acreedores, marchó de Inglaterra para no volver: el matrimonio había durado exactamente cincuenta y cuatro semanas.

Annabella trasmitió su formación a su hija Ada, especialmente en lógica y matemáticas, con la intención expresa de evitar que heredara el carácter difícil e impredecible de su padre. El objetivo era evitar que la joven Ada desarrollase la imaginación y evitar así que siguiera los derroteros de su padre. Como veremos, tuvo éxito con la primera parte pero, por fortuna, la imaginación de Ada no sufrió en absoluto con ello.

Ada tuvo diversos instructores, siempre bajo la supervisión estricta de su madre. En palabras de Essinger ,2

"Su educación, que comenzó cuando apenas tenía cuatro años, fue todo lo amplia que podía ser en aquella época. Lady Byron era muy exigente con sus preceptores e institutrices, y los despedía sin vacilar cuando creía que Ada no estaba aprendiendo lo suficiente. A veces tardaba mucho en dar con el sustituto idóneo, y entretanto se ocupaba personalmente de instruir a su hija. Así era una jornada normal para Ada en 1824, cuando tenía ocho años: a las 10 de la mañana, música; a las 11:15, lectura en francés; a las 11:30, aritmética; a las 13:30, deberes; a las 15:15, música; y a las 16:30, ejercicios en francés."

Debemos tener presente que, en la Inglaterra de principios del siglo XIX, se consideraba que las mujeres eran intelectualmente inferiores a los hombres. Además, los niños eran considerados como adultos imperfectos. Ambas cosas nos permiten hacernos una idea de la excepcionalidad de Anabella por el hecho de querer dar a Ada una buena formación, y además de carácter lógico y matemático a una hija que, para completar el retrato, estaba en todos los focos por el hecho de ser la única hija (legal) de Lord Byron. A pesar de su alta formación, las perspectivas de poder ejercer una profesión eran prácticamente nulas.

Ada empieza a mostrar sus capacidades desde muy joven. Con doce años, escribe a su madre explicándole que está pensando en fabricar una máquina para volar. Pero no debemos pensar en una fantasía de adolescente rarita: está trabajando en cómo orientarse y calcular su altura de vuelo, y le pide a su madre un libro sobre la anatomía de las aves y, de hecho, no abandonó nunca este objetivo.

En 1804, el maestro tejedor de Lyon Joseph-Marie Jacquard había patentado el telar de seda que lleva su nombre, que siempre ha sido considerado como el preludio de la era informática. Gracias al telar de Jacquard, el trabajo que antes requería dos trabajadores se hacía con uno solo, y en una cuarta parte del tiempo aproximadamente. Dicho telar, que ya era conocido en Inglaterra, impresionaba a Ada por su capacidad de producir objetos de manera automática, repitiendo patrones previamente establecidos.

El 5 de Julio de 1833, en una fiesta de sociedad, Ada conoce a una de las pocas personas en Inglaterra que comparte su pasión por el telar de Jaquard: Charles Babbage, un científico que aspiraba a aplicar los principios del telar al cálculo automático de operaciones numéricas; en nuestro lenguaje, una computadora.

La máquina de Babbage

En dicha fiesta, Babbage describió a Ada y a su madre la llamada máquina diferencial, un artilugio que habría de permitir hacer cálculos. Ada se interesó inmediatamente por la máquina y, por qué negarlo, también por la persona de Charles Babbage. La novedad de la máquina de Babbage respecto de otros inventos anteriores como la llamada pascalina, ideada por Blaise Pascal, es el automatismo. Dicha máquina, para hacer los cálculos, sólo requería introducir unas tarjetas perforadas y dar una vuelta de manivela, e incluso estaba preparada para ser conectada a una máquina de vapor, con lo cual ya no necesitaría de intervención humana de ninguna clase.

Cuando Ada y su madre visitaron a Babbage al cabo de pocos días y pudieron contemplar el funcionamiento de los millares de ruedas dentadas construidas con especificaciones de alta precisión, Ada fue consciente de estar observando la conexión entre el mundo abstracto de las matemáticas y su concreción mecánica. Su visión fue mucho más allá de la de la mayoría de las personas que visitaban la máquina en el salón de Babbage; esta visión le abrió una ventana a todo un mundo hasta entonces desconocido. Como no podía ser de otra manera esta visita fue el principio de una amistad que se mantendría hasta la muerte de Ada. Sin embargo, esta relación no fue en absoluto inmediata; los separaban diferencias de edad, de clase social y económicas. Debemos recordar que, debido a los grandes gastos a que tuvo que hacer frente, Babbage se encontraba en una situación económica difícil.

Tenemos una buena referencia de dicha relación gracias a las ochenta y cinco cartas de Ada que se han conservado, y las veinticinco de Babbage. Algunas se perdieron, como demuestran algunas referencias a otras cartas que no conocemos.

En realidad, la máquina de Babbage, de la que había conseguido construir sólo una séptima parte, no pasaba de ser una máquina de cálculo que, como el telar de Jaquard, se controlaba a través de tarjetas perforadas. Esa fue la máquina que, desde su primera visita, causó una honda impresión a Ada. Dicha máquina, más allá de su utilidad manifiesta para efectuar cálculos, tenía el inconveniente de que, al trabajar con un número finito de decimales, la precisión de los mismos terminaba disminuyendo. Por dicha razón Babbage decidió idear una máquina nueva, que llamó la máquina analítica. Las previsiones eran que dicha máquina sería del tamaño de una  máquina de vapor. De hecho, Babbage avanzó con dicha máquina lo que sería la arquitectura de los ordenadores. La máquina constaría de dos partes: por una parte, el almacén, equivalente a la memoria de nuestros ordenadores. Por otra, la fábrica, que se correspondería con nuestro procesador. De hecho, a partir de un viaje de Babbage a Turín para dar a conocer su máquina analítica, la colaboración entre ambos se hizo completa. El conocimiento de Ada Lovelace sobre la máquina analítica era completo, y puede afirmarse que a partir de este momento los avances en su concepción fueron conseguidos conjuntamente. Ada traduce y publica un artículo italiano sobre la máquina analítica y, a iniciativa de Babbage, incluye unas notas que terminan siendo más importantes que el artículo mismo, y se convierten en el elemento esencial para comprender la importancia del pensamiento de Ada Lovelace en los resultados de Babbage. En dichas notas se muestra su capacidad precursora, como vemos en el siguiente ejemplo:

"Como la máquina da los resultados en notación numérica, los no versados en matemáticas a menudo suponen, erróneamente, que sus operaciones son de naturaleza aritmética y numérica, y no algebraica y analítica. Esto es un error. La máquina puede organizar y combinar los valores numéricos como si fuesen letras o cualesquiera otros símbolos generales, y, de hecho, si se hicieran las pertinentes disposiciones, podría expresar los resultados en notación algebraica. Podría obtener simultáneamente tres clases de resultados: simbólicos (como mencionamos en las notas A y B), numéricos (su objetivo primordial) y algebraicos (en notación literal). Dotar a la máquina de la capacidad para producir estos últimos no se ha juzgado, sin embargo, necesario ni deseable, en parte porque sus ventajas no compensarían el aumento requerido en el tamaño y la complejidad del mecanismo. El invento tiene, en cambio, por finalidad principal traducir al lenguaje numérico fórmulas de análisis generales que ya conocemos, o cuyas reglas de formación ya conocemos ." 3

Babbage había concebido su máquina como un instrumento de cálculo. Nunca concibió su máquina más allá del campo de las matemáticas. Ada Lovelace fue capaz de ir un paso más allá: la concibió como una máquina capaz de realizar cálculos algebraicos, y de permitir el procesamiento de datos más allá de los puramente numéricos.

La vida de Ada Lovelace, desde su infancia hasta su muerte de cáncer a los 36 años, no fue en absoluto fácil. Probablemente sufría de un trastorno bipolar, alternando momentos de euforia con otros de apatía. Además, sus últimos años estuvieron marcados por los terribles dolores que le causaba su enfermedad, que mitigaba con drogas. Su colaboración con Charles Babbage hizo brillar a este último, a pesar de que han hecho falta casi dos siglos para que se le reconozca su colaboración en toda su importancia.

Como ocurrió con tantas otras mujeres geniales, Ada necesitó el paraguas de una eminencia masculina como Babbage para poder brillar. Aun así, algunos historiadores han pretendido minimizar su importancia con críticas a su personalidad, obviando que dichas críticas serían aplicables a casi todas las personalidades excepcionales de la Historia.

1 Byron, George Gordon (1982) Selected Letters and Journals; Google Books: Harvard University Press: 65
2 Essinger, James (2016) El algoritmo de Ada. La vida de Ada Lovelace, hija de Lord Byron y pionera de la era informática: 32-33
3 Op Cit pp 128-129

Suscríbase al newsletter

© 2019 JUEGOS Y DESAFIOS MATEMÁTICOS